Oración Virgen de Chiquinquirá

Preciosísima Virgen del Rosario de Chiquinquirá, hoy, como todos los días, te agradezco todo lo que me has concedido, te invoco, te venero y bendigo. Bajo tu amparo del mal me resguardo y a tu infinito amor y poder me encomiendo para rogar ante ti por mi salud, la de mis familiares y las de todas las personas de este mundo.

Tú nos has enseñado el amor incalculable y la entrega total de una madre por su hijo, tú nos has dado el ejemplo perfecto de la bondad, pureza, compasión y la ternura, tú ¡Magnífica Reina de nuestros corazones y Madre de Dios! Ayúdanos a conseguir la Gracias del Espíritu Santo y la bendición de nuestro Salvador, quien murió en la cruz para librarnos del pecado.

Madre piadosa, ilumina con tu luz divina la salud de tu hijo/a (mencionar el nombre por quien se pide mejorar la salud). Permite que sane su cuerpo, alma y espíritu, para que, una vez sano/a, pueda venerarte y proclamar tu poder y propagar tu nombre, que no tiene comparación alguna.

¡Maravillosa Reina del Universo! Apiádate de nosotros, escucha nuestras súplicas y no nos descuides en la angustia inminente de la enfermedad. Mantén fuerte nuestro espíritu, saludable nuestro cuerpo y fortalece nuestra unión con tu amado hijo Jesucristo. Confiamos en ti, sé nuestra vida, dulzura y esperanza y bendícenos siempre. Amén.

Madre Santísima de Chiquinquirá, Reina y Patrona de Colombia y de la ciudad de Maracaibo en Venezuela, nos encontramos arrodillados ante tu imagen bendita para suplicar tu intercesión ante Dios Todopoderoso, para que con tus manos milagrosas nos ayudes a solventar esta dificil situación que estamos viviendo.

Para ti, que llevaste a tu hijo, el Señor Jesucristo en tu vientre, no hay imposibles. Por eso, con el corazón lleno de fe y nuestra alma confiando plenamente en tu poder, te pedimos armonía ante la crisis y tranquilidad en estos tiempos convulsos. Que los caminos del bienestar, prosperidad y paz se abran ante nosotros y que tu bendición nos acompañe cada día de nuestra vida.

¡Oh, Reina de la Paz! Se nuestra luz y danos ejemplo de amor, entrega y dulzura. Danos esperanza y haznos dignos hijos de Dios, no nos desampares en esta montaña empinada. Te alabamos y te bendecimos. Amén.

Adorada Virgen María, Madre Gloriosa del Mesías, Bondadosa y Piadosa Señora de Chiquinquirá. Te imploramos que nos acojas bajo tu manto, tal y como resguardaste en tu regazo a tu hijo, Jesús, cuando era un dulce niño que necesitaba tu protección.

Confiérenos el auxilio que tanto necesitamos en estos momentos de desesperación en el cual no sabemos que hacer. ¡Ayúdanos, Madre Santísima!, que esto que vivimos con la fuerza humana no hemos podido solucionarlo. Media por nosotros con el eterno Salvador y ruega para que tenga piedad y misericordia con sus hijos para que salgamos vencedores de esta complicada prueba que nos ha puesto.

Virgencita Chinita de Maracaibo, míranos con ternura y dulzura y no nos dejes solos. Guíanos en el andar y líbranos de todo mal que pueda atormentarnos de cualquier manera. Se socorro, refuerza nuestro espíritu, mantennos fuertes y limpia nuestro sendero de las intenciones malignas del demonio. Te lo pedimos en tu nombre y en el del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

¡Oh, incomparable Señora del Rosario de Chiquinquirá! Madre de Dios, Reina de los ángeles, abogada de los pecadores, refugio y consuelo de los afligidos y atribulados.

Virgen Santísima, llena de poder y de bondad, otórganos una mirada favorable para que seamos socorridos por ti en todas las necesidades en que nos encontramos.

Acuérdate, ¡Oh Clemente Señora del Rosario!, que nunca se oyó decir que alguien que haya recurrido a tu bondad, invocando tu Santísimo nombre, e implorando tu singular protección, fuese por ti abandonado.

Animados con esta confianza, a ti recurrimos. Nos tomamos desde hoy y para siempre a ti, Madre nuestra, protectora, consuelo y guía, esperanza y luz en la hora de la muerte.

Libranos de todo mal, tentación y pecado que pueda ofenderte a ti, y a tu Santísimo Hijo, Jesús.

Cuídanos de los peligros del alma y del cuerpo; dirige nuestras energías espirituales, líbranos del incentivo del demonio a que pequemos, y que así, caminando por el camino de la virtud, podamos un día verte y adorarte en la gloria eterna. Por todos los siglos de los siglos. Amén.

Sagrada Madre del Redentor, mediante la imagen bendita de la Virgen de Chiquinquirá, derrama tus milagros en toda la nación y el mundo entero. A pesar de que no los merecemos, aunque estamos llenos de pecados y somos imperfectos, bendícenos y danos tu santa guía para ser parte de los beneficios de tu bondadoso rol maternal.

Arrodillado ante tus pues, te glorifico y te suplico que cuides todo mi ser, que irradies tu luz divina en mi sendero, esclarezcas mi entendimiento y hagas mi corazón bueno, a imagen y semejanza del hijo de Dios.

Te consagro mi vida entera, mi salud, mis pensamientos, mis seres amados, mi trabajo, mis metas, ilusiones, objetivos y toda mi existencia, para que seas tú quien decida por mi y se haga la santa voluntad de Dios sobre mi vida.

Te ruego, llena de gracia, que yo acepte a Jesús por la acción del Espíritu, del cual tú misma has engendrado a tu Hijo; reciba mi alma a Jesús por obra del Espíritu, por el cual tu carne a concebido al Señor; que yo ame a Jesús en aquel mismo Espíritu, en el cual tu adoras como Señor y lo contemplas como Hijo.

¡Oh, Madre nuestra! Regálame tus favores, guárdame bajo tu manto protectores y socórreme en mis necesidades espirituales. Intercede por mi ante tu hijo, Jesucristo y quédate a mi lado en mis flaquezas, para que de esta forma pueda seguir sirviéndote y proclamando tu grandeza ante mis hermanos. Amén.